Habanecer con ella en Bogotá....



Habanecer con ella en Bogotá


Fotografía tomada de soho.com.co




     Por Estefania Almonacid


          No para de hacerlo, es la muñeca de un pastel en forma de mundo, una viajara con los ojos más redondos y ébanos que existen. El límite de la mirada lo abarcaron los pucheros en forma de boca, está impregnada del personaje de la película Amelí. Un sombrero de algodón y una mariposa danzante en su pelo negro tiznado.  El saco morado, un minifalda de tirantas de corte francés años 60, medias veladas oscuras con delicados puntos blancos, y los zapatos que combinan con el capul.  Charol y punta larga, los cordones de cinta tipo arlequín. Una pashmina naranja y para darle el toque final una cartera mostaza.
     
        ----Soy una escritora vanidosa, me gusta la moda, sentirme diferente---. Se rompe el silencio y ya no es una muñeca.

       Un toque de anís en su voz, pimienta y limón. Al verla el paladar sabe a mermelada de frutos rojos, chicle de fresa y dulces regados por el vientre de una mujer, podría ser ella. También es agridulce, el toque adecuado parar curar cualquier mal de delirios y depresión. Existen personas que calman cualquier calamidad, tienen la fuerza en un cuerpo bello y lleno de energía, es pureza aunque parezca que viven feliz en una cama.

       
       El periodista Cristian Valencia la mira consternado y le pegunta:

           ---- Tú que naciste rodeada de músicos. ¿Tocas algún instrumento?---

       ----No, yo lo único que toco es a mi esposo que es pianista--- El puchero y la nariz se hace más puntiaguda.

       Nadie en el auditorio de la Biblioteca Pública de El Tunal se atreve a preguntarle, el silencio es incomodo para ella, todos se quedan atónitos, es el imán de sus ojos.  Dice que Bogotá huele a miel, flores, gas metano y marihuana, los labios no le tiemblan, ellos ríen, es la detective de los olores, su novela Negra lo demuestra. Ella no tiene un olor exacto, tiene tantos, será por haber nacido en La Habana, el mar trae los vientos de todas partes del mundo para que descansen en las hamacas de las casas de puertas abiertas y paredes azules y naranjas.

      Pronunciar Wendy provoca comer sandia; pronunciar Anais Nin evoca una cama de seda con libros despastados y collares de perlas desordenada al medio día; pensar en la novela Posando desnuda en La Habana, es dormir en un cuarto con pinturas antiguas, una ventana verde con una sandía, la cama, una mujer derivando ecos del mar: el cementerio para la escritora cubana Wendy Guerra.
         
       ----Los padres se mueren, los amigos se los lleva el mar y los esposos van y vienen----.  Es una mujer elegante.

      Levanta la mano y la mueve de forma eficaz hacía fuera, gesto típico cubano; para ser escritor en la Habana el reto es traducir el ademán. Su literatura tiene el encanto de ser muy femenina, pero parte de ser mujer, lo que logra la sobriedad es la disciplina, escribir todas las mañanas cualquier cosa, pero escribir, si no es una novela puede ser una carta de amor.
       
          ----Cuando uno no es García Márquez tiene que escribir todos los días----  Dice.

      Los diarios son la espina dorsal de su literatura, de ahí la complicidad con la escritora norteamericana Anais Nin. Empezó a escribir diarios desde muy pequeña y al igual que Nin, la motivo el enamoramiento hacia el padre. Aunque los dos son diferentes, el amor  de Nin fue de cuerpo y alma, el de Guerra fue trasgresor. Es la figura paterna  símbolo de la motivación sexual y literaria, la belleza en la recuperación del afecto y el adorado regreso al hogar. Las dos son niñas, es sabido que para ser escritor y sensible hay que tener la pureza de la infancia.
       
        ----El diario como la posibilidad de nombrar las heridas para curarlas--- Afirma Guerra.

          El culto al cuerpo como la única forma de mantener una individualidad espiritual. Es bella, al parecer siempre la alumbra el “Habanecer”, no se sabe dónde guarda tanto sol, tanta arena, kilómetros y melancolías en ese cuerpo delicado. Es diferente y si vistiera de verde oliva lo seguiría siendo. El gemido de placer de las calles de cuba lo lleva en un odio enamorado de su país natal. Ella es música, un monologo sonoro que alivia la simplicidad de quien la escucha. La literatura es mujer, una espalda pálida para que el destino haga de las suyas en su imaginación de magnolias y tabaco.
      
      ---- ¿Cómo hace el amor una cubana?, ¿cómo hacen para cubrirse del sol y tener una bella piel?, ¿dónde estás los presagios, la descendencia africana, la brujería, la santería?--- Alza la voz de anís.
   
        ----¿Dónde?…. Nadie en cuba ha escrito eso----. Levanta el libro Negra al auditorio.
     
    ----Yo soy nieta de Fidel Castro----. La última frase la dice con ganas de querer irse.


        La frase del huracán. Guarda silencio y se marcha como la gente del mar.


Agosto, 2014

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